Cuando alguien decide emprender en España, una de las primeras preguntas que surgen es: ¿Me conviene más trabajar como autónomo o constituir una sociedad? La respuesta a la duda sobre las diferencias entre autónomo y sociedad no es única. Y tampoco es fácil, ya que depende de muchos factores que no siempre controlaremos. Entre ellos, los ingresos esperados, objetivos a medio plazo o tamaño del negocio.
En este post exploraremos cuándo puede compensar ser autónomo y cuándo puede tener sentido montar una sociedad, con ejemplos, ventajas e inconvenientes para poder tomar la mejor decisión en cada caso.
Autónomo vs. Sociedad
Lo primero que debemos tener claras son las diferencias entre trabajador autónomo y sociedad. El trabajador autónomo es una persona física que ejerce una actividad económica a título lucrativo, de forma habitual, directa y por su cuenta, sin estar sujeto a una relación de dependencia laboral. Por el contrario, la sociedad es una persona jurídica cuya existencia trasciende a las personas que la forman. Y esto último es muy importante, dado que un trabajador autónomo responde frente a deudas de forma ilimitada y con todos sus bienes. Por el contrario, una sociedad lo hace de forma limitada y exclusivamente sobre los bienes propiedad de la empresa, y no de los de sus propietarios o accionistas.
Otra diferencia entre autónomos y empresas es que el trabajador autónomo tributa mediante el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), mientras que la sociedad lo hace a través del Impuesto de Sociedades. Es aquí donde está el principal factor a la hora de elegir ser autónomo o sociedad, ya que el IRPF se calcula por tramos progresivos que dependen de los ingresos, mientras que el Impuesto de Sociedades tiene un tipo general del 25 % para casi todas las empresas, si bien también es progresivo. Esto sugiere que, si los ingresos van a ser bajos, sale más a cuenta hacerse autónomo que montar una empresa. Pero habrá que tener en cuenta que el autónomo deberá pagar la cuota de autónomos, necesaria para poder empezar a facturar.
Cuidado con las otras obligaciones de una sociedad
A pesar de ello, el autónomo no necesitará depositar una contabilidad detallada para cumplir con sus obligaciones legales. Algo que sí sucederá en el caso de una sociedad (lo cual conllevará un coste en asesoría, principalmente). A cambio, la sociedad podrá acceder a mejores y diversas fuentes de financiación externa, mientras que el autónomo seguramente tendrá que recurrir a fondos propios o a los generados por su actividad.
Entonces, ¿cuándo compensa ser autónomo?
Algunas situaciones en que puede ser más recomendable comenzar como autónomo son cuando los ingresos esperados son bajos o moderados, de modo que el tramo del IRPF no resulte excesivamente gravoso. También, si la actividad no comporta riesgos patrimoniales elevados (es decir, que hay poca probabilidad de grandes deudas o litigios con terceros). Y, sobre todo, cuando no se va a necesitar financiación externa ni participarán socios en el negocio.
¿Y cuándo compensa crear una sociedad?
La forma más habitual, y, en todo caso, la que se crearía en un primer momento, es la Sociedad Limitada (SL). Convendría en caso de que el negocio generase beneficios elevados que, tributados a través de IRPF, supusieran un porcentaje mayor que ese 25 % medio del Impuesto de Sociedad. En realidad, es básicamente así. Pero hay matices, dado que si la sociedad solo tiene un accionista (el propio trabajador), también deberá pagar su correspondiente cuota de autónomos.
No obstante, una sociedad será una buena idea si prevemos un crecimiento del negocio, quizás con más empleados, una estructura más profesional, internacionalización y financiación externa.
¿Cómo saber si es mejor ser autónomo o crear una sociedad?
Básicamente, uno de los elementos que decantarán la balanza a corto plazo es el porcentaje de IPRF que vayamos a pagar. Especialmente si lo que se busca es la menor carga fiscal posible. Pero, como decimos, hay que tener en cuenta esos otros factores estructurales para poder tomar la mejor decisión. Por eso, hay que evaluar los ingresos y beneficios esperados, y la carga tributaria que pesará sobre ellos; el nivel de riesgo patrimonial que conlleva la actividad (no es lo mismo una profesión liberal que montar un negocio donde haya que pagar a proveedores o adelantar cantidades monetarias); los planes de crecimiento y financiación a medio y largo plazo; o la capacidad para asumir los costes administrativos para gestionar la actividad (como la contabilidad, gestoría, etc.).
Lo que hacen muchos emprendedores es comenzar su actividad como autónomos y, en cierto momento, crear una sociedad. Es un paso natural que cada profesional debe dar en el momento adecuado, y una decisión no siempre fácil de tomar. En Emprender Siendo Extranjero te podemos ayudar a evaluar tu negocio para que conozcas las opciones que tienes a tu alcance.
Bonus: un ejemplo práctico sobre diferencias entre autónomo y sociedad
Para entender mejor con cifras este fenómeno, pongamos un ejemplo. Un profesional residente en la Comunidad de Madrid debería plantearse las diferencias entre ser autónomo o crear una empresa cuando sus beneficios anuales ronden los 50.000 euros. A grandes rasgos, y aunque es muy difícil generalizar, si tus beneficios son inferiores a 40.000 euros anuales, la figura más apropiada sigue siendo la del autónomo. Por el contrario, si superan los 55.000-60.000 euros, claramente te interesa montar una sociedad. Y si estás en la zona gris de los beneficios entre 40.000 y 55.000, deberás evaluar concienzudamente tu caso particular para ver qué fórmula te compensa.